viernes, 17 de octubre de 2008

DIOS COMO ÚNICO SEÑOR


Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 15-21
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: -«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: -«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. » Le presentaron un denario. Él les preguntó: -«¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: -«Del César.» Entonces les replicó: -«Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»

Como en otras ocasiones, su respuesta va mucho más lejos que la pregunta: no se trata de poner al César y a Dios en el mismo plano; ni mucho menos. Sino que afirma la primacía de Dios. Para Él, lo que importa es que se reconozca a Dios como único Señor, porque es en lo más hondo del ser humano donde Dios ha dejado su imagen.
El ser humano es imagen de Dios, desde el comienzo de la creación. Puede que en este juego de palabras entre la imagen de la moneda - del César- y la imagen de Dios- dentro del hombre- radique la grandeza, lo inesperada, a la vez que profunda respuesta de Jesús.

Porque aceptar la moneda y el tributo no sólo implicaba una sumisión política, sino también, y sobre todo, religiosa, interior y cúltica. Tiberio César Augusto lo era todo y, por ello, quien lo acepta, reconoce y hace suya dicha soberanía absoluta. Por tanto, devolverle lo que es suyo es devolverle todo; pero entonces ¿como devolver a Dios lo que le pertenece?: el pueblo, la creación y su proyecto de justicia y fraternidad El ser humano es la imagen de Dios, es propiedad de Dios y…con las cosas de Dios- toda su vida y toda vida- no se juega. “No adoréis a nadie, a nadie, más que a Dios”.

¿A cuántos ídolos adoramos? ¿Hasta dónde estamos decididos a dejar que Dios sea nuestro único Señor?

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