martes, 21 de octubre de 2008

BIENAVENTURANZAS DEL PEREGRINO


Bienaventurado eres, peregrino,
si descubres que el camino te abre los ojos a los que no se ve.
Bienaventurado eres, peregrino,
si lo más te preocupa no es llegar sino llegar con los otros.
Bienaventurado eres, peregrino,
cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
Bienaventurado eres, peregrino,
porque has descubierto que el camino comienza realmente cuando se acaba.
Bienaventurado eres, peregrino,
si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe dónde colocar tantas emociones.
Bienaventurado eres, peregrino,
cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
Bienaventurado eres, peregrino,
si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale más que mil pasos adelante sin mirar a tu lado.
Bienaventurado eres, peregrino,
si haces de tu camino una vida y de tu vida un camino en busca de quien es el auténtico camino y la vida: Cristo.
Bienaventurado eres, peregrino,
si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo para no descuidar la imagen de tu corazón.
Bienaventurado eres, peregrino,
si descubres que el camino tiene mucho de silencio, y el silencio de oración,
y la oración de encuentro con el Padre que te espera.

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