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viernes, 27 de abril de 2012

TÚ SABES QUE TE QUIERO :)



Y lo sabes... sabes que te quiero, porque te lo digo todos los días y a todas las horas... ¡y no me cansaré de repetírtelo!... en el metro, en el bus, cuando cruzas una calle, cuando te sonríen y saludan, cuando la brisa del mar golpea tu cara, cuando te atreves a darte más, cuando sales de tí mismo o de tí misma, cuando te sientas o levantas, cuando tratas de ser alguien en tu vida... ¡ahí! ¡ahí sabes que te quiero!... aunque te cuesta descubrirlo. ¿Y si te lo escribiera en el cielo?
Pero yo, en el fondo, sé que lo sabes... que sabes que quiero, porque ya me lo dijiste una vez, a la orilla del mar, hace muchos años... entonces eras Pedro. Hoy, eres TÚ. Con tus indecisiones y carencias (como él, a ver si te crees que lo de Pedro fue un ¡ala! ¡de golpe!), con tus pequeñeces y grandezas... eres TÚ quien dice, como él, como Pedro, "Tú lo sabes todo Señor, tú sabes que te quiero".
Por eso ¡gracias! Por tu respuesta, por tu valentía, por tu coraje, por tu entrega, por dar más de ti y por tu SÍ.
Este domingo, el IV del tiempo pascual, en la Iglesia celebramos la Jornada Mundial por las vocaciones.

Necesitamos muchas vocaciones de especial consagración: en la vida contemplativa, monjes y monjas; en la vida apostólica del trabajo parroquial, de la atención a los necesitados de tantas carencias, de la tarea educativa, de la beneficencia; en la vida consagrada dentro del mundo, como son los institutos seculares y las vírgenes consagradas. Las vocaciones de especial consagración son el buen olor de Cristo, un perfume de alta calidad, que transparenta la belleza del Evangelio y de la vida cristiana.

La vocación es un don de Dios, porque es Dios el que llama, tocando el corazón y atrayendo suavemente como El sabe hacerlo. No violenta la libertad, sino que la sana para que pueda ser más libre en su respuesta. La vocación se cuece en el santuario de la conciencia donde Dios hace sentir su llamada y produce el atractivo de seguirle. La vocación es también respuesta de la libertad humana, es mérito de la persona humana que arriesga su vida, entregándola a Dios para el servicio de los hermanos.

El amor de Dios suscita amor y provoca respuestas de amor. En el diálogo de Jesús con Pedro, cuando le llama para ponerle al frente de su Iglesia, Jesús le examina de amor: “Simón, ¿me quieres?” Pedro responde afirmativamente, y al ser preguntado reiteradamente, se abandona en las manos de Jesús para decirle: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero” (Jn 21,17). El lema de este año nos sitúa ante ese amor de Dios, que va delante y que busca la correspondencia de una respuesta de amor, nos recuerda que sólo en la tensión del amor puede haber réplica vocacional, nos invita a pedir al Señor que por su Caridad infinita nos envíe nuevas vocaciones en todos los campos para afrontar con esperanza la tarea de la Nueva Evangelización. (D. Demetrio, Obispo de Córdoba)

domingo, 18 de marzo de 2012

PASIÓN POR EL EVANGELIO


Pasión por el Evangelio

El lema de este año, Pasión por el Evangelio, nos habla del ardor que debe mover el corazón de todo cristiano, particularmente de los que han sido llamados por el Señor para seguir a Jesucristo, Buen Pastor. Sentir pasión es propio de un corazón enamorado, vivo y despierto, donde no cabe la apatía o la abulia, sino la entrega total, generosa y de buen grado a quien amamos. Por otra parte, hablar de pasión por el Evangelio quiere expresar la radicalidad que debe darse en el corazón de todo discípulo del Señor, pues al Dios que ha sido absolutamente generoso y misericordioso al darnos a su propio Hijo, no podemos corresponder mezquinamente. Así nos lo enseña el ya cercano Doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila: «No solamente la cruz, sino la misma figura que en ella tienes, Señor, nos llama dulcemente a amor.La cabeza tienes inclinada para oírnos y darnos besos de paz… los brazos tendidos, para abrazarnos; las manos agujereadas, para darnos tus bienes; el costado abierto, para recibirnos en tus entrañas, los pies clavados, para esperarnos y nunca te poder apartar de nosotros. Si se mira con atención, la cruz, los clavos, las heridas, y toda su figura es una invitación a amarle. Pero, sobre todo, es el amor interior el que me da voces que te ame y que nunca te olvide de mi corazón» (Tratado del Amor de Dios nº 11). Quien ha probado las delicias del Amor Divino en Cristo Jesús ya no puede imaginar una vida si no es junto a Aquel que con amor tan tierno y gratuito se le ha entregado. Este amor es el que estimula la fidelidad del sacerdote a lo largo de su vida para gastarse y desgastarse con pasión por la causa del Evangelio, y esta fidelidad es la que conduce la vocación hasta la santidad. Contando, pues, con la llamada y la entrega del mismo Cristo, el sacerdote no puede menos que darse por entero.

El amor a Jesucristo, motor de todo apostolado y fuente de vocaciones.

Estar hondamente enamorado de Jesucristo es el motor de todo apostolado y la fuente fecunda de vocaciones al servicio del Evangelio. Es en el coloquio íntimo con Jesucristo, en la oración asidua y en la recepción de los sacramentos, donde cada cristiano crece en amistad con Él, donde la persona descubre cuál es la voluntad de Dios, y donde el mismo Señor va robusteciendo el vigor apostólico de los sacerdotes actuales y futuros. En la familiaridad con la Palabra de Dios el cristiano fortalece su amistad con Jesucristo, crece espiritualmente gracias a la luz de la Verdad, y orienta su vida para corresponder a la Gracia divina. Un corazón que ama a Jesucristo es un alma apasionada por el Evangelio. El corazón que es movido por el Evangelio es un corazón repleto de esperanza porque conoce el amor y la misericordia divina. Vivir el Evangelio es hacerse a sí mismo evangelio vivo, testimonio elocuente y confesante de la buena noticia de Jesucristo. En el corazón del llamado y abrasado por el amor de Cristo se encuentra el origen y la raíz de toda vocación sacerdotal. Y para testimoniar el Evangelio de Jesucristo el apóstol deja familia y hacienda, seguridades y comodidades humanas, para hacer de su vida una existencia centrada en Dios y en el bien de los hombres. De esta manera, con la renuncia a lo que el mundo considera ganancia, en realidad el apóstol alcanza la verdadera dicha evangélica: el ciento por uno con la medida de la generosidad del Corazón de Dios.

Nuestro mundo necesita a Jesucristo; hacen falta apóstoles.

El mundo de hoy, dolorido e inseguro en la coyuntura difícil que estamos viviendo, necesita palabras verdaderas que iluminen su caminar. Ante la incertidumbre del futuro, la Iglesia alza su humilde voz para asegurar que sólo Jesucristo, Palabra de vida eterna, puede satisfacer plenamente las ansias de felicidad del corazón humano, y dar respuesta a los interrogantes últimos de la persona. En el Evangelio, los hombres y mujeres de hoy encontrarán aliento, consuelo y esperanza, pues la Palabra del Señor es brújula segura para la existencia y luz que ilumina la vida de los hombres. La pasión por el Evangelio genera esperanza para el presente y para el futuro porque es Dios quien pronuncia su Palabra. Sí, necesitamos del Evangelio para vivir plenamente. Por ello, hacen falta apóstoles audaces y valientes de Cristo para que el Evangelio resuene en el mundo y sea a cogido en el corazón de los hombres. Es el amor de Cristo el que nos apremia a entregar la vida por Él y por la causa del Evangelio.

El trabajo apostólico no admite titubeos ni demoras. El Evangelio no entiende de tibiezas, ni mediocridades en la entrega. El momento actual de la Iglesia, abierta al reto de la Nueva Evangelización, pide un compromiso integro del conjunto del pueblo cristiano, y singularmente de sus pastores. Como dice Benedicto XVI, “no hay prioridad más grande que ésta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante (Cf. Jn. 10, 10)” (Verbum Domini 2). Hacen falta, pues, apóstoles, jóvenes generosos y valientes, crecidos en la intimidad con la Palabra de Dios y en el trato de amistad con Jesús Eucaristía, que vengan a ser testigos creíbles del Evangelio, verdaderos hombres de Dios en medio de nuestro pueblo, capaces de mostrar con vigor y audacia a Jesucristo como fuente de sentido y esperanza para el mundo. Necesitamos jóvenes entregados totalmente a Jesucristo y a su obra de salvación, que afirmen con el testimonio de sus vidas consagradas que entre las sombras del mundo emerge la esperanza que nace del Evangelio, que es capaz de trasformar la vida dándole sentido y belleza. Trabajar para que sean cada vez más los hombres y mujeres que puedan experimentar la alegría y la esperanza que brotan del encuentro con el Señor, es la vida propia de la Iglesia, su principal tarea y casi la única misión que ha recibido de su Señor.


viernes, 14 de octubre de 2011

¡AQUÍ NOS TIENES, SEÑOR!




"¿Qué buscáis?. Maestro, ¿dónde vives?... Venid y lo veréis" (Jn 1, 37-39)


Irene, Isabel y Febronia, jóvenes keniatas, han escuchado esta invitación del Señor y, dejando atrás sus familias, su cultura, su país y tras un primer tiempo compartido en nuestra casa de Alcantarilla, han dado el primer paso en el seguimiento de Jesús: su ingreso al postulantado. En una celebración sencilla y muy emotiva, M. Consuelo López, Superiora General, les impuso la medalla, que las identifica como jóvenes en formación en la Congregación.


Han dado este paso llenas de alegría y con el convencimiento de querer seguir al Señor en el camino que un día emprendiera M. Piedad de la Cruz. Como ella, quieren decir al Corazón de Jesús: "Señor, si me necesitas, aquí estoy".


Seguid los consejos que M. Piedad daba a la jóvenes en formación:


"Hijas mías... aunque pequeñitas, procuren ser sólidas, fuertes, pues el Señor se vale a veces de elementos pobres y pequeños para cosas grandes; sean muy buenas y agradecidas a la gracia de la vocación y no teman las borrascas y los huracanes que se presentarán en la vida religiosa".


¡Felicidades hermanitas! Que el Sagrado Corazón os bendiga y os ayude en este camino que acabáis de emprender y que vuestro testimonio, sea ejemplo para otras jóvenes que quieren seguir al Señor.

martes, 20 de septiembre de 2011

NOVICIADO, UN TIEMPO PARA ENAMORARSE DE JESÚS



Estamos de enhorabuena y queremos felicitar a nuestras hermanas Victoria y Lucy que el 8 de Septiembre dieron un paso más en la respuesta a la llamada que Jesús les ha hecho: comenzaron su NOVICIADO. Fue una celebración muy sencilla, pero muy emotiva.


¡Felicidades hermanitas!¡Qué hermoso que hoy día hay jóvenes que se comprometen a seguir al Señor en la vida consagrada! Nada hay más hermoso que seguir la llamada de Jesucristo. Os espera un bello camino junto a Él. Que vuestra vida de intimidad con Él os vaya enseñando a tener los mismos sentimientos de su corazón, a ser PROFETAS DE SU MISERICORDIA como lo fue M. Piedad de la Cruz. Que sea un tiempo de enamorarse plenamente de Él. ¡FELICIDADES!


Y tú, ¿te atreves a dar una respuesta tan generosa?...

jueves, 13 de enero de 2011

JESÚS PUEDE PASAR POR TU VIDA



Jesús puede pasar también por tu vida y decirte:

No quiero que me ofrezcas nada, te quiero a ti.
No me importan tus afanes, me importas tú.
No busques razones para nuestro encuentro,
quiero estar contigo.
No andes preocupado por lo que me dices,
me alegra escucharte.
No te importe el sentimiento, sino el sabernos juntos.

Por mi parte he decido estar contigo,
y tú ¿quieres estar conmigo?
No te preocupes en mirar si mi agradas,
me alegra el verte.
No busques, inquieto, temas de conversación,
tu presencia me basta.
No intentes conquistar mi amor,
sabes que te quiero desde antes de nacer.
No te justifiques de nada,
sabes que te conozco por dentro.

No te entretengas en mil tareas, ¡vente conmigo!
No tengas miedo al silencio, yo lo habito.
No te espante la sensación de vacío, yo lo abrazo.
No huyas de la soledad, en ella es donde te espero.
No te obstines en tu mala memoria, yo soy sólo presente.

No te refugies en tu naturaleza, yo también la llevo.
No te bloquees por tu pobreza, te deseo a ti.
No anticipes fracasos ni futuros adversos,
yo soy providente.
No dejes paso a la ansiedad, yo soy tu paz.
No te enredes en tus cuentas, yo soy más.

Prueba a permanecer en mí,
y descubrirás la anchura de tu corazón: “SÍGUEME”.

viernes, 23 de abril de 2010

MAESTRO, ¿DÓNDE VIVES?


Yo estaba cerca de Juan Bautista cuando le oí decir algo sorprendente acerca de un hombre que pasaba: "Ahí va el Cordero de Dios" (Jn 1, 35- 39). ¿El Cordero de Dios? Era un extraño título que me hizo pensar en el Siervo de Yahvé del que habla Isaías (Is 53). Miré a Andrés y ví que estaba tan intrigado como yo, le hice un signo en silencio y nos fuímos detrás de Él. debió darse cuenta de que le seguíamos pero no se dio la vuelta, y nosotros no nos atrevíamos a adelanatarle. De pronto recordé a MOisés queriendo ver el rostro del Señor pero sin poder ver más que su espalda( Ex 34, 23). Lueg, inesperadamente, el desconocido se volvió y nos preguntó: "¿A quién buscáis?". No supimos qué decir y contestamos con otra pregunta que era una evasiva, porque no nos atrevíamos a confesarle que era a él a quien buscábamos: - Maestro, ¿dónde vives? " Venid y ved", respondió, como si fuera lo más natural encontrar gente que quisiera seguirle. Nos fuimos con él y nos quedamos todo el día. Así empezó todo.

(Contar a Jesús. Dolores Aleixandre)

viernes, 21 de agosto de 2009

DIOS TE LLAMA


Cuando comienzas a sentir cierta atracción por las “cosas” de Dios, cuando tu corazón comienza a latir junto al de Cristo y sus amores, intereses, alegrías y preocupaciones comienzan a ser las tuyas, cuando tu vida comienza a tomar sentido en el darse, en el compartir, en el servir y todo eso encuentra su fuente y su cumbre en la Eucaristía, entonces... algo está pasando.
Jesús te comienza a conquistar a medida que le abres el corazón y le entregas la vida, y en ese diálogo íntimo que vas entablando con Él te vas dando cuenta que Jesús te va pidiendo más, vas comprendiendo que ya no basta con ir uno o varios días a visitar el hogar de niños, de abuelitos, el hospital o en las noches frías y mojadas de invierno visitar a un joven de la calle; y aquí no se trata de hacer más cosas o de estar en más actividades, se trata de algo mucho más profundo, empiezas a percibir que el Señor te busca y te reclama más y que ya no es suficiente darle unas horas, una tarde, un fin de semana. ¡No, eso no basta! el Señor lo que te pide es la vida entera, todo tu corazón, toda tu vida para servirlo y amarlo.

Tal vez sería fantástico que el Señor nos revelara nuestra vocación, lo que Él quiere de nosotros, de un modo inmediato; por ejemplo que nos visitara un ángel y nos comunicara la voluntad de Dios, pero ese no es el camino o el medio frecuente que Dios utiliza para manifestarse. Él nos va mostrando lo que quiere de nosotros a través de la vida, de la vida cotidiana, de lo que continuamente vivimos, a través de las personas con que a diario nos encontramos y compartimos, de cada uno de los acontecimientos, de nuestras alegrías y también dolores que van marcando nuestro caminar. Hay que estar por lo tanto muy atento a esos signos cotidianos a través de los cuales Dios nos va hablando. Es necesario estar con todos los sentidos muy atentos para reconocer el paso de Dios por la historia y la vida personal.

miércoles, 5 de agosto de 2009

¿QUÉ RESPONDES TÚ?...



Haz silencio y ESCUCHA... y luego, ¿QUÉ RESPONDES?... No tengas miedo, vive la aventura de seguir su LLAMADA

viernes, 12 de junio de 2009

UNA CAÑA EN EL CAÑAVERAL



Yo era sólo una caña.
Había crecido como las demás
en el ambiente húmedo y apacible
de la orilla del río.
Pero mi vida no tenía mucho sentido.
No era ni árbol frutal
que alimentara a pájaros y niños,
ni rosal que llenara de color y aromas los altares y las novias.
Sólo una caña hueca a menudo agitada por el viento,
confundiendo la vida con el movimiento,
aunque a veces...
sonaba en mí como música la brisa.
Alguna vez...
sentí envidia y me puse a soñar,
cuando se acercaba al río el pescador
y yo quería ser su caña de pescar.
Pero yo sólo era una caña vacía,
sin fruto y sin futuro, en el cañaveral.

Un día de verano
se acercó el joven pastor hasta la orilla
entre silbos y cantares.
Y me tomó en su mano,
y me puse en sus manos,
y, arrancándome del lodo y el aburrimiento
me llevó a la sombra de la encina,
donde las ovejas sesteaban.
Me acarició limpiándome el barro adherido
y con su navaja de partir pan
fue haciéndome a su medida,
cortando lo sobrante, puliendo lo tosco y desabrido,
abriéndome agujeros, vaciando mi vacío,
dejándome yo hacer al tacto de sus dedos,
sin ya poner reparos, sin miedos, ni recelos.
Y me probó en su boca
dándome el primer beso verdadero,
y para hacerme a sus labios,
me fue recortando en un extremo,
probando y volviendo a probar mi ajustamiento.

Yo era sólo una caña vacía
pero el pastor se enamoró de mi vaciamiento,
y al llevarme a la boca, abierta ya a su espíritu,
su aliento llenó mi estéril oquedad de soplo de vida,de fuego,
de música y armonía,
de vibraciones sonoras y melodías al ritmo de sus dedos
y a sus caricias.

Yo era sólo una pobre caña,
pero, puesta en las manos del pastor,
soñada en sus sueños,
modelada a su aire y su estilo,
con el beso de sus labios y su aliento,
movida al ritmo de sus dedos,
soy toda música,
soy ya una flauta, su flauta,
la que lleva en el zurrón todos los días
junto al pan y el vino de merienda,
la flauta de su música
que ya conocen sus ovejas y les guía por el camino.
La flauta que llena de melodías
los campos y las tardes,
de alegría el corazón de su zagala amante,
de sonrisas el alma de los niños y los pobres.
Yo era sólo una caña
pero estaba llamada desde siempre
a cambiar mi vacío en música,
y ser su flauta.

miércoles, 20 de mayo de 2009

ENAMORARSE DE DIOS


No hay nada más práctico que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse rotundamente y sin mirar atrás.
Aquello de lo que te enamores,
lo que te arrebate tu imaginación, afectará a todo.
Determinará lo que te haga levantar por la mañana,
lo que harás con tus atardeceres,como pases tus fines de semana,
lo que leas, a quien conozcas, lo que te rompa el corazón
y lo que te llene de asombro con alegría y agradecimiento.
Enamórate, permanece enamorado,y esto lo decidirá todo.
(Pedro Arrupe, sj)

domingo, 3 de mayo de 2009

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Sólo Dios puede dar la fe,
pero tú puedes dar testimonio.
Sólo Dios puede dar esperanza,
pero tú puedes devolverla a tu hermano.
Sólo Dios puede dar el amor,
pero tú puedes enseñara a amar.
Sólo Dios puede dar la paz,
pero tú puedes sembrar la unión.
Sólo Dios puede dar la fuerza,
pero tú puedes animar al desanimado.
Sólo Dios es el camino, pero tú puedes señalarlo a los otros.
Sólo Dios es la luz,
pero tú puedes hacer que brille a los ojos de todos.
Sólo Dios es la vida,
pero tú puedes hacer que florezca el deseo de vivir.
Sólo Dios puede hacer lo que parece imposible,
pero tú puedes hacer lo posible.
Sólo Dios se basta a sí mismo,
pero prefiere contar contigo.

jueves, 21 de agosto de 2008

PERO, ¿QUÉ ES LA VOCACIÓN?



No es:
Un sentimiento: Muchas veces escuchamos decir "siento la vocación". En realidad la vocación no se siente. Es más bien una certeza interior que nace de la gracia de Dios y que exige una respuesta libre y voluntaria. Si Dios te llama, esta certeza irá creciendo en la medida que vayas respondiendo con generosidad.

Un refugio para el que tiene miedo a la vida.

Una carrera como cualquier otra.

Una seguridad matemática: en la vocación religiosa tienes que aceptar el riesgo de la misión, pero recuerda que es un riesgo en manos de Dios y en compañía de tu comunidad.

Sí es:

Un misterio de amor entre Dios que llama por amor y una persona que le responde libremente y por amor.
Una llamada a una misión en la tierra.

La decisión de un joven, de una joven que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos.

La vocación es un proceso como toda historia de amor.

Dios se esconde un poco cuando nos llama y es que quiere dejar el margen suficiente a nuestra libertad.

Una invitación de Dios a la felicidad. Sería un error pensar que Dios pueda proponernos algo que no nos haga felices.

martes, 19 de agosto de 2008

Y JESÚS TE RESPONDE


No quiero que me ofrezcas nada, te quiero a ti.

No me importan tus afanes, me importas tú.

No busques razones para nuestro encuentro, quiero estar contigo.

No andes preocupado por lo que me dices, me alegra escucharte.

No te importe el sentimiento, sino el sabernos juntos.


Por mi parte he decido estar contigo, y tú ¿quieres estar conmigo?

No te preocupes en mirar si mi agradas, me alegra el verte.

No busques, inquieto, temas de conversación, tu presencia me basta.

No intentes conquistar mi amor, sabes que te quiero desde antes de nacer.

No te justifiques de nada, sabes que te conozco por dentro.


No te entretengas en mil tareas, ¡vente conmigo!

No tengas miedo al silencio, yo lo habito.

No te espante la sensación de vacío, yo lo abrazo.

No huyas de la soledad, en ella es donde te espero.


No te obstines en tu mala memoria, yo soy sólo presente.

No te refugies en tu naturaleza, yo también la llevo.

No te bloquees por tu pobreza, te deseo a ti.

No anticipes fracasos ni futuros adversos, yo soy providente.

No dejes paso a la ansiedad, yo soy tu paz.

No te enredes en tus cuentas, yo soy más.

Prueba a permanecer en mí, y descubrirás la anchura de tu corazón:

“SÍGUEME”.

lunes, 18 de agosto de 2008

ORACIÓN DE UNA JOVEN LLAMADA





Jesús, estaba esperando este momento desde hace mucho tiempo. Necesitaba un rato a solas para hablar contigo y, sobre todo, para escucharte. La verdad es que, si soy sincera, Tú no dejas de enviarme tus mensajes. Lo que pasa es que no siempre los quiero recibir. A veces los ahogo con música, con amigos, con ruido... Pero, -no te lo puedo negar- siento un gran vacío, aunque a los demás les parezca lo contrario. En cambio, cuando luego viene tu invitación serena, se inunda el corazón de luz y de paz: «Sígueme».


En cuanto en lo profundo de mi conciencia percibo esa invitación, mi corazón se estremece pues sé que entre cientos, entre miles de jóvenes has puesto tu mirada en mí. Pero, ¿por qué, Señor, por qué a mí? ¿Qué tengo yo de especial para que me llames a seguirte, a ser tu discípula predilecta?


Y me viene a la mente la escena del llamamiento de los primeros discípulos y me digo a mí misma: «Bueno, ¿y qué tenían de especial Pedro, Santiago, Juan, Andrés...? ¿No eran hombres como los demás? ¿No tenían pecados como los demás? ¿No eran débiles, traidores y cobardes, como los demás?». Pero Tú los elegiste: «No sois vosotros los que me habéis elegido. Soy yo quien os he elegido». Y me sobrecoge pensar que ellos, esos pobres pescadores del lago de Tiberiades, no dudaron en dejar sobre la playa, muertas para siempre, esas redes que representaban toda su vida. Y a mí me cuesta tanto dejar mi familia, las comodidades del hogar, el cariño de mi novio, las posibilidades de mi carrera, mis planes personales, mi libertad...


Pero, por otro lado, también Tú me atraes y me atraes con una fuerza especial, pues Tú eres mucho más que cualquier persona o cosa en este mundo. Me atrae tu personalidad, tu generosidad hasta el límite, tu ternura para con nosotros los hombres, la mansedumbre de tu corazón, la grandiosidad de tu Reino. Sé que a tu lado encontraré la auténtica felicidad, que Tú apagarás mi sed de eternidad, que contigo dejaría una huella indeleble a mi paso por este mundo, haciendo el bien en tu nombre.


Pero, me da miedo. Me da miedo lanzarme a una aventura en la que me juego todo aunque también sé que lo puedo ganar todo.

Dame generosidad, Señor, para lanzarme sin titubeos tras de Ti, para cortar las amarras que me atan a la orilla y me impiden echarme a la mar del mundo contigo como capitán de mi barco. Dame valentía, dame fuerza. Sé que no tendré visiones, ni apariciones, ni nada. Pero tu voz no dejará de oírse en el interior de mi alma con una claridad que no admite lugar a equívocos: «Sígueme», será tu invitación imperturbable. Te seguiré, Señor. Te seguiré, adondequiera que vayas y me lleves. Iré contigo llevando mi cruz y resucitando contigo para salvar al mundo. Sólo te pido tres cosas: dame fe, dame generosidad, dame valor; en una palabra, dame amor.

miércoles, 2 de julio de 2008

¡VEN Y SÍGUEME!


Si sueñas con vivir la Vida Plena...

¡VEN Y SÍGUEME!

Si tu barca no acaba de tocar la otra orilla...

¡VEN Y SÍGUEME!

Si quieres compartir mi Mesa y mi Camino...

¡VEN Y SÍGUEME!

Si sientes el aliento que te empuja al desierto...

¡VEN Y SÍGUEME!

¡Ven!
Sígueme en la Montaña,donde los pobres son felices.
Sígueme en los caminos,donde la lepra y la ceguera aguardan curación.
Sígueme en la oración,donde leerás la vida a la luz de mi Rostro.
Sígueme hasta la Cruz y no vuelvas la cara de espanto y de terror.
Sígueme hasta el sepulcro y serás ante los pueblos testigo de mi vida.

Mientras los muertos entierran a sus muertos, tú...

¡VEN Y SÍGUEME!

Mientras reparten las herencias
y llenan los graneros, tú...

¡VEN Y SÍGUEME!

Mientras construyen castillos sobre arena al precio de la sangre de los pobres, tú...

¡VEN Y SÍGUEME!

Mientras luchan por la fila delantera
y pierden la Belleza, tú...

¡VEN Y SÍGUEME!

Mientras echan raíces en el páramo
y se sientan al lado del camino, tú...

¡VEN Y SÍGUEME!