viernes, 21 de agosto de 2009

DIOS TE LLAMA


Cuando comienzas a sentir cierta atracción por las “cosas” de Dios, cuando tu corazón comienza a latir junto al de Cristo y sus amores, intereses, alegrías y preocupaciones comienzan a ser las tuyas, cuando tu vida comienza a tomar sentido en el darse, en el compartir, en el servir y todo eso encuentra su fuente y su cumbre en la Eucaristía, entonces... algo está pasando.
Jesús te comienza a conquistar a medida que le abres el corazón y le entregas la vida, y en ese diálogo íntimo que vas entablando con Él te vas dando cuenta que Jesús te va pidiendo más, vas comprendiendo que ya no basta con ir uno o varios días a visitar el hogar de niños, de abuelitos, el hospital o en las noches frías y mojadas de invierno visitar a un joven de la calle; y aquí no se trata de hacer más cosas o de estar en más actividades, se trata de algo mucho más profundo, empiezas a percibir que el Señor te busca y te reclama más y que ya no es suficiente darle unas horas, una tarde, un fin de semana. ¡No, eso no basta! el Señor lo que te pide es la vida entera, todo tu corazón, toda tu vida para servirlo y amarlo.

Tal vez sería fantástico que el Señor nos revelara nuestra vocación, lo que Él quiere de nosotros, de un modo inmediato; por ejemplo que nos visitara un ángel y nos comunicara la voluntad de Dios, pero ese no es el camino o el medio frecuente que Dios utiliza para manifestarse. Él nos va mostrando lo que quiere de nosotros a través de la vida, de la vida cotidiana, de lo que continuamente vivimos, a través de las personas con que a diario nos encontramos y compartimos, de cada uno de los acontecimientos, de nuestras alegrías y también dolores que van marcando nuestro caminar. Hay que estar por lo tanto muy atento a esos signos cotidianos a través de los cuales Dios nos va hablando. Es necesario estar con todos los sentidos muy atentos para reconocer el paso de Dios por la historia y la vida personal.

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