sábado, 2 de agosto de 2008

DADLES VOSOTROS DE COMER


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 14, 13-21
"En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños".
Los discípulos siguen escépticos, como tantas veces anteriormente. Entre la gente sólo hay cinco panes y dos peces. Para Jesús es suficiente: si compartimos lo poco que tenemos, se puede saciar el hambre de todos; incluso, pueden «sobrar» doce cestos de pan. Esta es su alternativa. Una sociedad más humana, capaz de compartir su pan con los hambrientos, tendrá recursos suficientes para todos.


En un mundo donde mueren de hambre millones de personas, los cristianos sólo podemos vivir avergonzados. Europa no tiene alma cristiana y «despide» como delincuentes a quienes vienen buscando pan. Y, mientras tanto, en la Iglesia son muchos los que caminan en la dirección marcada por Jesús; la mayoría, sin embargo, vivimos sordos a su llamada, distraídos por nuestros intereses, discusiones, doctrinas y celebraciones. ¿Por qué nos llamamos seguidores de Jesús?”



ORACIÓN del PAN

Danos el pan de cada día,
danos arrestos para trabajar la tierra
y sembrar y cosechar y repartir y comer.

Danos lo de cada día,no lo de mañana o pasado mañana,
para que no confiemos en nuestras seguridades,
sino en Ti y en tu providencia.

Arranca de nosotr@ s la ambición,
para que no acaparemos lo de otr@ s,
ni despojemos a nadie de lo suyo,
sino que sepamos respetar y colaborar.

Líbranos del egoísmo.
No nos dejes caer en el egoísmo,
ni en el etnocentrismo o el racismo.

Concédenos un corazón
poder llamarte cada día "Padre/Madre",
para poder llamar a todo el mundo, "hermano", "hermana",
y para ser hermanos repartiendo,
compartiendo sentados a la misma mesa en este mundo,
para sentarnos contigo
en la mesa de tu Reino.
Amén.

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