viernes, 24 de diciembre de 2010

¡¡FELIZ NAVIDAD!!

"Se le cumplieron los días del alumbramiento,y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre..."

lunes, 20 de diciembre de 2010

domingo, 19 de diciembre de 2010

EL QUE VIENE ES ENMANUEL


Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Eso es la esperanza: un niño que va a nacer y que algo, desde muy dentro de nosotros, nos dice que es “Dios-con-nosotros”. Gracias a él podemos seguir mirando al futuro con esperanza y ver en cada hombre y mujer la presencia del amor de Dios, la dignidad inmensa que nos da el ser fruto de su amor. Esa esperanza se constituye en el mejor motor para empujar nuestros deseos de construir un mundo más hermano y más justo, un mundo donde nadie se sienta excluido por ninguna razón.
Esa esperanza la tenemos que cuidar como se cuida y atiende a un niño recién nacido. Es frágil y liviana. Está en nuestras manos. No podemos dejar que se caiga. Hay que alimentarla para que crezca y llegue a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. Para que los rostros contraídos por el dolor y el sufrimiento de cualquier tipo conozcan la sonrisa que provoca el amanecer.
El Adviento es mucho más que preparar la celebración de la misa de gallo. El Adviento toca lo más central de nuestra fe y hace que arraigue en nosotros la esperanza y que, como José, hagamos todo lo que nos mande el ángel para prepararle una casa digna –un mundo más justo– al Emmanuel.


sábado, 11 de diciembre de 2010

¿ERES TÚ EL QUE HA DE VENIR O TENEMOS QUE ESPERAR A OTRO?


Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,2-11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Jesús les respondió: "Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!"
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: "¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él."

Si alguien nos pregunta si somos seguidores del Mesías Jesús o han de esperar a otros, ¿qué obras les podemos mostrar? ¿qué mensaje nos pueden escuchar? No tenemos que pensar mucho para saber cuáles son los dos rasgos que no han de faltar en una comunidad de Jesús.
Primero, ir caminando hacia una comunidad curadora: un poco más cercana a los que sufren, más atenta a los enfermos más solos y desasistidos, más acogedora de los que necesitan ser escuchados y consolados, más presente en las desgracias de la gente.
Segundo, no construir la comunidad de espaldas a los pobres: al contrario, conocer más de cerca sus problemas, atender sus necesidades, defender sus derechos, no dejarlos desamparados. Son ellos los primeros que han de escuchar y sentir la Buena Noticia de Dios.
Una comunidad de Jesús no es sólo un lugar de iniciación a la fe ni un espacio de celebración. Ha de ser, de muchas maneras, fuente de vida más sana, lugar de acogida y casa para quien necesita hogar.

AHORA TE TOCA A TI. DESCÚBRELE EN TU VIDA Y ANÚNCIALE


miércoles, 8 de diciembre de 2010

MARÍA INMACULADA


Inmaculada significa plenitud de gracia, desborde de Dios. Dios, inhabitando en su corazón, se posesionó de él y “puso allí su morada”. Un día había mandado a la sabiduría: “habita en Jacob, sea Israel tu heredad”. Ahora es Él quien se decide a salir y habitar en el corazón de María y así la hizo Inmaculada; la traspasó de Él y la cinceló en Cristo. Su alma clara como el cristal, refleja a Cristo, incrustado en ella, ya que está esculpida “en el mismo Señor por una comunicación, que yo no sabré decir, muy amorosa” (santa Teresa). Corazón de la Inmaculada, cristal de Cristo, luna de Dios. Dios la hizo Inmaculada para nosotros.

Gracias, María, por tu libertad interior.
Gracias por anticipar nuestro destino.
Gracias por enseñarnos el rostro de una mujer creyente que,
aunque necesite preguntar y encontrar respuestas,
siempre está abierta a la Palabra.
Gracias por tu total disponibilidad que permitió nacer a Dios.
Actitud que propone el Nuevo Testamento
como la más adecuada para recibir y vivir el Reino.
Gracias por enseñarnos el valor de la libertad en nuestros actos.
Por ser ejemplo de diálogo.
Por aceptar el proyecto de Dios,
en el que desde el principio ha habido una MUJER.
GRACIAS.

domingo, 28 de noviembre de 2010

sábado, 13 de noviembre de 2010

EL JUEGO DE LA VIDA

CON VUESTRA PERSEVERANCIA OS SALVARÉIS


Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?" Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."
Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."

No aguardamos el terremoto ni la catástrofe. A quien esperamos es al Señor. El salmista pone en nuestros labios la actitud del creyente: “Tañed la cítara para el Señor. Aclamad al Rey y Señor. Aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra”.Tiempo de realismo y de esperanza, de quebrar toda inercia y apatía, de profecía y testimonio, porque aguardamos el retorno glorioso de Jesucristo.



viernes, 12 de noviembre de 2010

¡¡FELICIDADES M. PIEDAD!!

M. PIEDAD UNA MUJER QUE DEJÓ HUELLA
Hoy celebramos el aniversario del nacimiento de M. Piedad de la Cruz, por eso queremos recordarla y felicitarla o más bien felicitarnos por tenerla tan cerca y descubrir en ella una mujer que dejó huellas en la vida. Ella sí que fue del grupo de cristianos auténticos. Hacemos memoria y recordamos que nació en Bocairente (Valencia) el 12 de Noviembre de 1842, es decir, hace 168 años. Ya de niña, entre sus compañeras de colegio y juegos daba pruebas de su amor a Jesús por el respeto con que trataba a todos, por su dedicación al estudio y por su oración y gusto por lo religioso. Con diez años hace la Primera Comunión y siente que Jesús la llama a entregarse a Él en la Vida Religiosa. Ahí comienza su búsqueda de Dios, del plan que tiene sobre ella, hasta que después de muchos intentos que se frustran por diferentes motivos, funda la Congregación de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús. En toda su vida dio un gran testimonio como cristiana. Su amor a Jesús le llevó a entregar su vida a los demás especialmente a los pobres. En su vida un lema “PARA SER SANTA NACÍ”. Ella no quería ser santa de altares, sino santa en la vida, de las de a pie. Por esto se entregó constantemente a los hermanos, a los más pobres, a los enfermos, a los niños…, muchas veces se quitaba el poco pan que tenían para comer para darlo a los pobres que tocaban a su puerta. Donde había una necesidad, allí acudía: niños sin hogar, matrimonios con dificultades a los que ayudaba o mandaba ayudar a las Hermanas, recomendando siempre mucha discreción, jóvenes obreras a las que iba a esperar a la salida de la fábrica y para las que creó la escuela dominical. Enfermos pobres y ancianos abandonados. Todos encontraron en ella un corazón maternal lleno de ternura y de misericordia. A su confesor cierto día le decía: “Padre, soy pobre y no tengo que dar a los pobre; pero si no puedo darles dinero, les doy mi alma, mi corazón y mi amor; porque la limosna del amor vale más que la limosna del dinero”. Murió en Alcantarilla el 26 de febrero de 1916. A su muerte se decía: “Ha muerto una SANTA, ha muerto la madre de los pobres” Fue beatificada el 21 de Marzo de 2004 por SS. Juan Pablo II en Roma, el cual dijo de ella: M. Piedad fue modelo de virtudes cristianas y religiosas, enamorada de Cristo, de la Virgen María y de los pobres, nos deja el ejemplo de austeridad, oración y caridad hacia todos los necesitados.
M. Piedad fue una mujer que dejó huella

miércoles, 10 de noviembre de 2010

domingo, 24 de octubre de 2010

TEN COMPASIÓN DE ESTE PECADOR



Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Cuando vivimos desde el carisma de la Evangelización y la Misión, podemos caer en el error de comportarnos como "el fariseo" de la Parábola. Es fácil, reconocer en el otro el error, ver lo que necesita para ser mejor, lo que debe cambiar... Pero... ¿ y nosotros?, los que se supone que anunciamos la Palabra, ¿somos dignos de hacerlo?. ¿En nuestra vida se demuestra que Jesús es nuestro centro? ¿O simplemente, nos dedicamos a ver la paja en el ojo ajeno, y no permitimos que nuestra vida se impregne de Auténtico Evangelio?
El publicano, no se atrevía a mirar directamente a Dios porque se avergonzaba de su comportamiento. Para vivir para el otro, para el pobre, para el que no conoce a Dios... Debemos abajarnos, y reconocer nuestros fallos, al igual que el publicano, para así curarnos por dentro y servir mejor para la construcción del Reino.

QUEREMOS VER A JESÚS. DOMUND 2010




Cuentan los relatos de los monjes del desierto que, una vez, un joven novicio creyó que, si se acercaba a la cumbre de la montaña antes que el sol se ocultara, lograría ver a Dios. Animado por esta idea, salió del monasterio muy de mañana con el fin de llegar cuanto antes a la cima de la montaña. Cuando ya había realizado la mitad del camino, se encontró con un montañero tirado en el suelo que estaba pidiendo auxilio. El hombre había sufrido un accidente y tenía una fractura en la pierna. El monje se acercó a él y le dijo que primero iría a ver a Dios y después le socorrería. Cuando llegó al tramo final de la cumbre de la montaña, a punto del ocaso del sol, por más que miraba no pudo ver a Dios. Bajó con presteza a socorrer al montañero malherido y cuando llegó ya no estaba. Concluyen los relatos: “Si hubiera socorrido con amor y premura al necesitado, hubiera visto a Dios, porque Dios es Amor y sólo se manifiesta a quien ama”. La decepción del joven novicio fue grande, pero la enseñanza hizo de él un monje gozoso de vivir por amor y para amar a los demás. El secreto de “ver a Dios” se resumía en amar siempre.

El Papa Benedicto XVI, en el pregón del Domund, nos dice: “Cristo establece la nueva relación entre el hombre y Dios. «Él mismo nos revela que ‘Dios es amor’ (1Jn 4,8), y al mismo tiempo nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana [...] es el mandamiento nuevo del amor. Así pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que el camino del amor está abierto a todos los hombres y de que no es inútil el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal» (GS 38)”.

domingo, 17 de octubre de 2010

miércoles, 6 de octubre de 2010

OCTUBRE, MES DEL ROSARIO. ¿POR QUÉ REZARLO?



APRENDE A REZAR EL ROSARIO.

1- Para que la gente encuentre a Dios
2- Por los que trabajan y por los que están en paro
3- Por la paz y por la amistad
4- Por la vida
5- Por oriente próximo
6- Por el mundo entero
7- Por el Santo Padre, por la Iglesia
8- Para que las cosas se arreglen pronto
9- Por los necesitados
10- Por los enfermos

domingo, 3 de octubre de 2010

FORMA PARTE DE ALGO GRANDE

UN PLUS DE FE



Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Lo importante no es la cantidad de fe, sino la calidad. Que cuidéis dentro de vuestro corazón una fe viva, fuerte y eficaz. Para entendernos, una fe capaz de «arrancar» árboles como el sicómoro, símbolo de solidez y estabilidad, y de «plantarlo» en medio del lago de galilea (!).
Probablemente, lo primero que necesitamos hoy los cristianos no es «aumentar» nuestra fe y creer más en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante no es creer cosas, sino creerle a Él.
Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy. Por eso, nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.
Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el «fuego» que él encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión por Dios y su compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá siendo más pequeña que «un granito de mostaza». No «arrancará» árboles ni «plantará» nada nuevo.

AUMÉNTANOS LA FE

domingo, 12 de septiembre de 2010

A VUELTAS CON LA MISERICORDIA


Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-32):
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "iFelicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»

UNA PARÁBOLA PARA NUESTROS DÍAS

En ninguna otra parábola ha querido Jesús hacernos penetrar tan profundamente en el misterio de Dios y en el misterio de la condición humana. Ninguna otra es tan actual para nosotros como ésta del "Padre bueno".
El hijo menor dice a su padre: «dame la parte que me toca de la herencia». Al reclamarla, está pidiendo de alguna manera la muerte de su padre. Quiere ser libre, romper ataduras. No será feliz hasta que su padre desaparezca. El padre accede a su deseo sin decir palabra: el hijo ha de elegir libremente su camino.
¿No es ésta la situación actual? Muchos quieren hoy verse libres de Dios, ser felices sin la presencia de un Padre eterno en su horizonte. Dios ha de desaparecer de la sociedad y de las conciencias. Y, lo mismo que en la parábola, el Padre guarda silencio. Dios no coacciona a nadie.
El hijo se marcha a «un país lejano». Necesita vivir en otro país, lejos de su padre y de su familia. El padre lo ve partir, pero no lo abandona; su corazón de padre lo acompaña; cada mañana lo estará esperando. La sociedad moderna se aleja más y más de Dios, de su autoridad, de su recuerdo... ¿No está Dios acompañándonos mientras lo vamos perdiendo de vista?
Pronto se instala el hijo en una «vida desordenada». El término original no sugiere sólo un desorden moral sino una existencia insana, desquiciada, caótica. Al poco tiempo, su aventura empieza a convertirse en drama. Sobreviene un «hambre terrible» y sólo sobrevive cuidando cerdos como esclavo de un extraño. Sus palabras revelan su tragedia: «Yo aquí me muero de hambre».
El vacío interior y el hambre de amor pueden ser los primeros signos de nuestra lejanía de Dios. No es fácil el camino de la libertad. ¿Qué nos falta? ¿Qué podría llenar nuestro corazón? Lo tenemos casi todo, ¿por qué sentimos tanta hambre?
El joven «entró dentro de sí mismo» y, ahondando en su propio vacío, recordó el rostro de su padre asociado a la abundancia de pan: en casa de mi padre «tienen pan» y aquí «yo me muero de hambre». En su interior se despierta el deseo de una libertad nueva junto a su padre. Reconoce su error y toma una decisión: «Me pondré en camino y volveré a mi padre».
¿Nos pondremos en camino hacia Dios nuestro Padre? Muchos lo harían si conocieran a ese Dios que, según la parábola de Jesús, «sale corriendo al encuentro de su hijo, se le echa al cuello y se pone a besarlo efusivamente». Esos abrazos y besos hablan de su amor mejor que todos los libros de teología. Junto a él podríamos encontrar una libertad más digna y dichosa.

José Antonio Pagola

martes, 7 de septiembre de 2010

¡FIRMES EN LA FE!




“Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”(cfr. Col, 2,7).

Con este lema, la Iglesia, nos convoca en Agosto de 2011 a vivir en Madrid la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Será un año de gracia para toda la Iglesia, pero especialmente para la Iglesia española encargada de preparar el evento.

La JMJ es un acontecimiento eclesial, en el que se expresa de un modo extraordinario la fe en Jesucristo. Es un encuentro festivo: los jóvenes muestran el dinamismo de la Iglesia y dan testimonio de la actualidad del mensaje cristiano. Es signo de la comunión eclesial: jóvenes de todo el mundo, asociaciones, comunidades, grupos y movimientos diversos se reúnen en torno al Papa y los Obispos, unidos por el mismo amor a Cristo y a la Iglesia y por su misión en el mundo. En la Jornada Mundial de la Juventud la comunión eclesial se expresa y se fortalece. Es, por tanto, anuncio claro, directo, entusiasta, de la fe de la Iglesia en Jesucristo.

El mismo Juan Pablo II, creador de las Jornadas las definió así: “La finalidad principal de las Jornadas es la de colocar a Jesucristo en el centro de la fe y de la vida de cada joven, para que sea el punto de referencia constante y la luz verdadera de cada iniciativa y de toda tarea educativa, de las nuevas generaciones. Las Jornadas aparecen como una continua y apremiante invitación a fundamentar la vida y la fe sobre la roca que es Cristo”.

Crecer en la fe, fundamentar la vida en Cristo, será también el objetivo que nos marquemos en nuestra pastoral Salesiana durante este curso 2010/11. Así nos unimos a toda la Iglesia, para vivir con profundidad este acontecimiento, que es de gracia para la Iglesia española, para nuestra Congregación y para la misión que desarrolla entre los niños y jóvenes con el único objetivo de transmitir la fe a las nuevas generaciones.

EL EQUIPO DE PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL

domingo, 29 de agosto de 2010

LOS PRIMEROS PUESTOS

EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENSALZADO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
- «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
“Cédele el puesto a éste.”
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba.”
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. »
Y dijo al que lo habla invitado:
- «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»





El humilde “siervo de Dios” se hizo también servidor incondicional del hombre: Servidor en la Encarnación: despojándose de su condición divina y tomando la forma de esclavo. Servidor en Nazaret: “sujeto a María y José”. Servidor de todos: lavando los pies a sus discípulos. Siguiendo el ejemplo de Cristo, el cristiano ha de estar siempre disponible para el servicio de Dios en los hermanos.
En la Encarnación Cristo se hizo hombre, en la Eucaristía “se hace pan y vino”: no cabe mayor humillación. Cristo está en la Eucaristía para seguir sirviendo al hombre, siendo su alimento y compañero. Cristo en la Eucaristía es la prenda más segura del supremo servicio al hombre: de su salud eterna, de su seguridad de llegar a la casa del Padre.

sábado, 21 de agosto de 2010


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?"

Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados."

Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos."

En el evangelio de hoy, el Reino se nos presenta como una mesa abierta, sin horarios, que acoge a todos los que quieren seguir a Dios, a los que están dispuestos a amarle y a amar a los hermanos. Cuando este sentimiento de amor prevalece, acogemos al otro sin límites, sin importarnos la diferencia y sin juzgarle. Y así vamos construyendo el Reino de Dios en la tierra, como anticipo del otro Reino que Él nos tiene preparado.

El Reino está ahí pero lo tenemos que ir construyendo día a día, creando familia, dando esperanza, compartiendo con los hermanos lo que tenemos. Hasta, como dice la segunda lectura de la carta a los Hebreos, dejándonos corregir, fortaleciendo nuestras rodillas y caminando juntos por la senda del Reino, la que nos lleva a todos, sin excepción, sin excluir a nadie, a la mesa común de los hijos en torno al Padre.

sábado, 14 de agosto de 2010

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros. Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios. Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" –así lo dijo el Señor–, a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros.

En este día de fiesta demos gracias al Señor por el don de esta Madre y pidamos a María que nos ayude a encontrar el buen camino cada día.


sábado, 17 de julio de 2010


Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:- «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»Pero el Señor le contestó:- «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria.María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.
Jesús no critica el servicio de Marta. ¿Cómo lo va a hacer si él mismo está enseñando a todos con su ejemplo a vivir acogiendo, sirviendo y ayudando a los demás? Lo que critica es su modo de trabajar de manera nerviosa, bajo la presión de demasiadas ocupaciones.
Jesús no contrapone la vida activa y la contemplativa, ni la escucha fiel de su Palabra y el compromiso de vivir prácticamente su estilo de entrega a los demás. Alerta más bien del peligro de vivir absorbidos por un exceso de actividad, en agitación interior permanente, apagando en nosotros el Espíritu, contagiando nerviosismo y agobio más que paz y amor.
Apremiados por la disminución de fuerzas, nos estamos habituando a pedir a los cristianos más generosos toda clase de compromisos dentro y fuera de la Iglesia. Si, al mismo tiempo, no les ofrecemos espacios y momentos para conocer a Jesús, escuchar su Palabra y alimentarse de su Evangelio, corremos el riesgo de hacer crecer en la Iglesia la agitación y el nerviosismo, pero no su Espíritu y su paz. Nos podemos encontrar con unas comunidades animadas por funcionarios agobiados, pero no por testigos que irradian el aliento y vida de su Maestro.