domingo, 29 de agosto de 2010

EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENSALZADO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
- «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
“Cédele el puesto a éste.”
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba.”
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. »
Y dijo al que lo habla invitado:
- «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»





El humilde “siervo de Dios” se hizo también servidor incondicional del hombre: Servidor en la Encarnación: despojándose de su condición divina y tomando la forma de esclavo. Servidor en Nazaret: “sujeto a María y José”. Servidor de todos: lavando los pies a sus discípulos. Siguiendo el ejemplo de Cristo, el cristiano ha de estar siempre disponible para el servicio de Dios en los hermanos.
En la Encarnación Cristo se hizo hombre, en la Eucaristía “se hace pan y vino”: no cabe mayor humillación. Cristo está en la Eucaristía para seguir sirviendo al hombre, siendo su alimento y compañero. Cristo en la Eucaristía es la prenda más segura del supremo servicio al hombre: de su salud eterna, de su seguridad de llegar a la casa del Padre.

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