viernes, 24 de abril de 2009

DEL MIEDO A LA ALEGRÍA


Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48)
"En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo que comer?»Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Del miedo a la alegría
Este proceso, pasar de la sorpresa a vivir de una manera nueva y distinta –resucitada–, se ve reflejado en la lectura del evangelio de Lucas. Los discípulos pasan del miedo inicial a la escucha de la palabra de Jesús. Es una palabra de paz. No hay razón para alarmarse ni para salir corriendo. Es el mismo Jesús que habían conocido allá a la orilla del lago Tiberiades o por los caminos de Galilea o en las calles de Cafarnaúm o enseñando en el templo de Jerusalén. Del miedo y la sorpresa pasan a la alegría. “¡Está vivo!” “¡Es el maestro!”. Y vuelven a hacer lo que tantas veces hicieron con él: comer y charlar. Lo que hacemos en todos los países y en todas las culturas cuando queremos expresar la alegría de estar juntos, la fraternidad, la amistad, la vida. Jesús toma el pescado, de lo mismo que estaban comiendo ellos. Jesús comparte su comida y, mientras come, les explica las escrituras para que entiendan lo sucedido. Y, al final, los envía: “Vosotros sois testigos de esto”.

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