miércoles, 31 de marzo de 2010

lunes, 29 de marzo de 2010

DECÁLOGO PARA HACER DE LA PALABRA DE DIOS ORACIÓN


"La oración -definió Santa Teresa de Jesús- es tratar de amistad, aun tratando tantas veces a veces con quien sabemos nos ama". La oración es coloquio y contemplación de amor: "Me mira y le miro", que dijera el Santo Cura de Ars.

Cayó hace tiempo en mis manos el siguiente decálogo anónimo de consejos sobre la oración desde la Palabra de Dios. Dice así:

1.- ESCUCHA: Calla y escucha: el cielo emite día y noche.
2.- ESCUCHA BIEN: No ores para que Dios realice tus planes, sino que para descubras e interpretes los planes de Dios.
3.- PIDE: Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración.
4.- PIDE BIEN: Hazlo atento, humilde, confiado, insiste, unido a Cristo. "Pedid y recibiréis", dijo el Señor.
5.- REZA DE CORAZÓN: ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas. Con confianza, con infinita confianza porque El es tu Padre.
6.- CALLA: No conviertas tu oración en un monólogo. Harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
7.- SÉ TÚ MISMO: No seas ni engreído ni falsamente humilde. Reza como el publicano no como el fariseo.
8.- ESTÁ: No te agobies por las distracciones involuntarias. Descuida: Dios, como el sol, broncea con solo ponerse delante.
9.- LEE: Si alguna vez piensas, cuando hablas con Dios, El nos responde, lee la Biblia. Es su Palabra. Palabra de vida eterna, Palabra que hoy y aquí te habla a ti.
10.- VIVE: No hables nunca de ratos de oración: ten "vida de oración".

Y reza confiado, por ejemplo, en la hora del alba:
“He venido a ti para que me toques con Tu mano antes de comenzar yo mi día. ¡Descansa un momento tus ojos en mis ojos; déjame que me lleve a mi trabajo la certeza de tu amistad, Amigo mío! ¡Llena mis pensamientos de tu música, para que me dure en todo el desierto del ruido! ¡Qué el sol de tu amor bese las cimas de mis pensamientos y se atarde en el valle de mi vida, donde esté granando mi cosecha!" (Tagore)

jueves, 25 de marzo de 2010

ES UN TÚ EN TI

Es un tú quien está en ti.
Un tú distinto de ti,
pero que depende de ti para su desarrollo.
Un tú único e irrepetible.
Un ser humano con genoma propio desde el primer momento,
cuyo corazón ya late 65 veces por minuto en la semana 4,
cuyo cerebro comienza a formarse en la semana 5,
cuyos ojos se atisban ya en la semana 8
y que empieza a tener pelo en la semana 14.
Su vida está en tus manos.

martes, 23 de marzo de 2010

CONVIÉRTENOS SEÑOR


Convierte, Señor, nuestras manos para que sean abiertas y generosas.
Convierte, Señor, nuestros oídos para que estén abiertos a tu Palabra
y al clamor de los necesitados.
Convierte, Señor, nuestros ojos para que no miren a otro lado
ni se deslumbren por la riqueza.
Recibe, Señor, nuestra ceguera y transfórmala en luz.
Recibe, Señor, nuestro corazón endurecido
y transfórmalo en un corazón de carne.
Recibe, Señor, nuestro orgullo
y transfórmalo en humilde servicio.
Recibe, Señor, nuestro afán de consumir
y transfórmalo en austeridad y solidaridad.
Recibe, Señor, nuestras codicias
y transfórmalas en generosidad.
Recibe, Señor, nuestros miedos
y transfórmalos en confianza.
Recibe, Señor, nuestra indiferencia y pasividad
y transfórmalas en apasionamiento.
Recibe, Señor, nuestras crisis
y transfórmalas en madurez.
Recibe, Señor, nuestra agresividad
y transfórmala en no-violencia activa.
Recibe, Señor, nuestro desaliento y cansancios
y transfórmalos en esperanza.
Recibe, Señor, nuestros sufrimientos
y transfórmalos en sacramentos.
Recibe, Señor, nuestro realismo y lógica
y transfórmalos en apertura a la trascendencia.
Recibe, Señor, nuestra sequedad
y transfórmala en oración fecunda.

domingo, 21 de marzo de 2010

TAMPOCO YO TE CONDENO


Lectura del santo evangelio según san Juan (8,1-11):
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.» Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
La culpa es una experiencia misteriosa de la que ninguna persona sana se ve libre. Todos hacemos en un momento u otro lo que no deberíamos haber hecho. Todos sabemos que nuestras decisiones no son siempre transparentes y que actuamos más de una vez por motivos oscuros y razones inconfesadas.
Es la experiencia de toda persona: no soy lo que debía ser, no vivo a la altura de mí mismo. Sé que podría muchas veces evitar el mal; sé que puedo ser mejor, pero siento dentro de mí 'algo' que me lleva a actuar mal. Lo decía hace muchos años Pablo de Tarso: «No hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero (Rm. 7,19). ¿Qué podemos hacer?, ¿cómo vivir todo esto ante Dios?
El Credo nos invita a «creer en el perdón de los pecados». No es tan fácil. Afirmamos que Dios es perdón insondable, pero luego proyectamos constantemente sobre él nuestros miedos, fantasmas y resentimientos oscureciendo su amor infinito y convirtiendo a Dios en un ser justiciero del que lo primero es defenderse.
Hemos de liberar a Dios de los malentendidos con los que deformamos su verdadero rostro. En Dios no hay ni sombra de egoísmo, resentimiento o venganza. Dios está siempre volcado sobre nosotros apoyándonos en ese esfuerzo moral que hemos de hacer para construirnos como personas. Y ahora que hemos pecado, sigue ahí como «mano tendida» que quiere sacarnos del fracaso.
Dios sólo es perdón y apoyo aunque, bajo el peso de la culpabilidad, nosotros lo convirtamos a veces en juez condenador, más preocupado por su honor que por nuestro bien. La escena evangélica es clarificadora. Todos quieren «echar piedras» sobre la adúltera, todos menos Jesús. Todos quieren convertir a Jesús en «juez condenador», pero él, lleno de Dios, reacciona de manera sorprendente: «No te condeno. Anda y, en adelante, no peques más

sábado, 20 de marzo de 2010

SI ME NOMBRAS TÚ...

CONVERSIÓN


Sigue curvado sobre mí, Señor
remodelándome,aunque yo me resista.
¡Qué atrevido pensar que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo!
Si nadie, como Tu, puede decirmelo que llevo en mi dentro.
Ni nadie hacer que vuelvade mis caminos
que no son como los tuyos.
Sigue curvado sobre mí
tallándome aunque, a veces, de dolor te grite.
Soy pura debilidad,
-Tu bien lo sabes-,tanta, que, a ratos,
hasta me duelen tus caricias.
Lábrame los ojos y las manos,la mente y la memoria,
y el corazón,- que es mi sagrado-,
al que no Te dejo entrar cuando me llamas.
Entra, Señor, sin llamar, sin mi permiso.
Tu tienes otra llave, además de la mía,
que en mi día primero Tu me diste,
y que empleo, pueril, para cerrarme.
Que sienta sobre mí tu “conversión”
y se encienda la mía
del fuego de la Tuya, que arde siempre,
allá en mi dentro.
Y empiece a ser hermano, a ser humano,
a ser persona.
(Ignacio Iglesias, sj)

jueves, 11 de marzo de 2010

EN MEMORIA. JUEVES 11 DE MARZO


EN MEMORIA DE TODAS LAS VÍCTIMAS DEL 11 DE MARZO.
NUNCA MÁS.
CONSTRUYAMOS ENTRE TODOS UN MUNDO DE PAZ