domingo, 29 de noviembre de 2009

¡VEN SEÑOR JESÚS!


Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21,25-28.34-36):
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación."
El Adviento es tiempo de espera, de esperanza, de escucha, de leer y rezar las Escrituras, de conversión, de vigilia. San Pablo nos recomienda: “Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así”.El camino que se nos muestra es el tramo suficiente para avanzar. Implica la opción de la itinerancia, del despojo, la actitud de obedecer y de abrirse a las distintas circunstancias que vayan aconteciendo, reinterpretando todo a la luz de la Providencia, porque el camino es el proyecto de vida hacia la meta que se nos promete. El mismo hecho de caminar se convierte en profecía de la salvación.Se nos promete la venida del Señor, y ante este anuncio, todo el ser debe quedar polarizado en la próxima celebración de la venida del Salvador, del nacimiento del Emmanuel, por el que todo cambia de sentido.No estamos solos. “Las sendas del Señor son misericordia y lealtad”. No tenemos una invitación sobrehumana. “El Señor hace caminar a los humildes”.Ahora es tiempo oportuno para comenzar de nuevo.Ahora es el momento de reiniciar la andadura.Mientras se camina, acompaña mucho el ir invocando: “¡Ven, Señor!”

sábado, 21 de noviembre de 2009

MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO


Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?»Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?»Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»Jesús rey: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad…”

Jesús prefiere ser testigo que rey, y no olvidemos que pudo ser rey, pero su opción final siempre es el Padre. Asume como misión ser “testigo de la verdad” a cualquier precio. Su voluntad está con Dios y su misión con el hombre. Decide abrir el camino de Dios al hombre y del hombre a Dios.Apuesta por nosotros porque para Jesús lo primero es el Padre y el Padre es amor por el hombre. Va unido: “nadie puede amar a Dios, a quien no ve, si no ama a su hermano, a quien ve”.Dios siempre unido al hombre, siempre.

Si nuestra opción es Dios, no podemos aislarlo del hermano, porque entonces nos equivocamos de Dios. Ese no es el Dios de Jesús. Jesús es testigo, Jesús es Rey del amor de Dios a los hombres.Hay que salir a la calle, hay que salir al mundo y amar, sólo así nuestro amor podrá ser testigo de la verdad: y he dicho “nuestro amor”, no nosotros; nosotros nunca podremos ser Jesús pero podemos amar como nos enseñó para que esos momentos intensos y puntuales sean testimonio del amor de Dios al hombre; no del nuestro: ¿me explico?

Yo no podría nunca contestarle a algún Pilato: “Tú lo dices: yo soy reina”, ni siquiera que soy “testigo de la verdad”, pero puedo, gracias a la fuerza de su Espíritu, amar.Yo no se amar a todo el mundo en todo momento, pero puedo sentir amor por un alumno más desastroso cuando en clase cruzamos una sonrisa, entonces el amor de Dios se hace presente en ese breve momento de intimidad y traspasa nuestros corazones y nos hace testigos de su amor… ¡y nosotros sin saberlo!No, yo no puedo mantener el amor permanentemente pero puedo dejarlo traspasar en momentos puntuales de mi vida y mi entorno: con mi familia, con mis amigos, con mis compañeros de trabajo, con mis alumnos, con mis vecinos, con la cajera del súper del barrio, con la señora que limpia la escalera, con el conductor del bus urbano, con mi grupo de revisión de vida, con el dependiente del videoclub, con aquellas personas desfavorecidas a las que dedico voluntariamente mi tiempo y me ayudan en la alegría de la entrega…No, yo no puedo mantener el amor permanentemente, pero puedo y debo estar abierta y atenta para recibirlo y lanzarlo a mi vida, cuanto más consienta en recibir, más podré ofrecer; y en este intenso ejercicio mi corazón se ensancha, crece y da gloria y gracias a Dios por su Amor.

viernes, 20 de noviembre de 2009

CUENTA CONMIGO


Cuenta conmigo, Señor. Porque me lo pides, Tu …

porque me lo pides, te digo que puedes contar conmigo.

En medio del mar agitado de la vida, tú me envías a los demás,

para que sea testigo del Evangelio;

para que sea entre ellos y para ellos,

ese «Pan partido»,

con que tú quisiste que te hiciéramos presente.

Hazme testigo de tu vida entregada:

mi corazón, llénalo de tu amor;

mis ojos, llénalos de tu ternura;

mis oídos, de tu atención;

mis pies, de tu diligencia;

mis manos, de tu entrega.

Gracias anticipadas, Señor,

por la vida que pueda hacer crecer.

Y gracias, sobre todo,

por la vida que has hecho nacer en mi corazón.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

BANDO VOCACIONAL


A todo joven que quiera seguir a Jesucristo se le informa que...
No tiene por qué renunciar a su familia, a sus amigos, a su gente...
tiene que poner todos los medios que estén a su disposición para ensanchar la gran familia humana, haciendo un hueco a Jesús, no como el huésped inoportuno que llega sin llamar, sino como el hermano mayor que, a la hora de la verdad, nunca falla.
No tiene por qué poseer un sinfín de cualidades, capacidades, recursos... que fascinen a todo aquel que se cruce en su camino...
tiene que empeñarse en cultivar con toda clase de mimos y atenciones el tesoro que lleva dentro, pues de la abundancia del corazón, hablan las acciones.
No tiene por qué deshacerse de sus cosas materiales, ni romper con todo su pasado...
debe afrontar el futuro con desparpajo y mucho amor, dando y dándose todo a todos, pues la verdadera generosidad para con el futuro consiste en darlo todo ahora, en el presente.
No debe tener el coeficiente intelectual por las nubes, ni ser el más listo de la clase...
(esto es obligatorio) debe tener la actitud necesaria y las agallas suficientes para hacer algo grande y hermoso con su vida.
No debe, a la fuerza, “tomar los hábitos” o ingresar en el seminario...
debe construir en su corazón una hermosa catedral, capaz de albergar e iluminar a tantas personas que buscan la felicidad sin contar con Dios.
No tiene por qué tener manías, ni ser el más rarillo de la pandilla...
tiene que ser humano... ¡Qué digo humano!, muy humano, terriblemente humano.
No hace falta que crea a pies juntillas todo lo que le dicen... en la parroquia, en el colegio, en su grupo...
es imprescindible que crea, a ojos cerrados, en el Amor, en el Amor con mayúsculas.
No puede estar todo el día refunfuñando, criticando lo mal que va este mundo...
debe convertirse en un alegre cartero del Reino, de manera que lleve la Noticia Gozosa a todo aquel que busca un sentido a su vida.
No tiene por qué hablar con gran elocuencia y tener solución y respuestas para todo...
debe, por el contrario, escuchar, escuchar mucho, sobre todo escuchar el grito de los más pequeños, de los más necesitados, porque en ellos está Dios de una manera muy especial.
No tiene por qué ser el compañero de clase o el hijo del panadero o la sobrina del párroco o...
puedes (si tú quieres) ser tú mismo...

José María Escudero

domingo, 1 de noviembre de 2009

BIENAVENTURADOS


Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5,1-12)

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros."
La verdad es que somos hijos de Dios (segunda lectura). Somos sus hijos e hijas, aunque no se haya manifestado del todo lo que eso significa. Ahora vivimos en la esperanza porque estamos en camino. Como el pueblo de Israel, caminamos en el desierto a la espera de llegar a la tierra prometida. Pero Dios está con nosotros. Y Él nos hace santos. Jesús nos llama “bienaventurados” porque somos pobres, porque luchamos por la justicia, porque tratamos de ser misericordiosos, porque trabajamos por la paz y la reconciliación. Y la palabra de Jesús llega a nuestros oídos. Nos calma, nos serena, nos devuelve la alegría, nos hace conocer y comprender nuestra más honda realidad. Más allá de lo deforme de nuestros defectos y limitaciones, está la verdad, la gran verdad: que somos hijos amados de Dios, que la humanidad no está condenada sino salvada por el gran amor con que Dios nos ama. Nosotros, un nosotros muy grande, que abarca a toda la humanidad en el pasado, el presente y el futuro, somos los santos de Dios, los santos que hoy celebramos. Porque Él es bueno. Salimos a la calle con la sonrisa en el rostro y dispuestos a seguir luchando por mejorar nuestra propia vida y por mejorar este mundo. Por hacer que sea la casa de Dios, la casa de todos, el Reino por el que Jesús dio su vida.