domingo, 18 de marzo de 2012

PASIÓN POR EL EVANGELIO


Pasión por el Evangelio

El lema de este año, Pasión por el Evangelio, nos habla del ardor que debe mover el corazón de todo cristiano, particularmente de los que han sido llamados por el Señor para seguir a Jesucristo, Buen Pastor. Sentir pasión es propio de un corazón enamorado, vivo y despierto, donde no cabe la apatía o la abulia, sino la entrega total, generosa y de buen grado a quien amamos. Por otra parte, hablar de pasión por el Evangelio quiere expresar la radicalidad que debe darse en el corazón de todo discípulo del Señor, pues al Dios que ha sido absolutamente generoso y misericordioso al darnos a su propio Hijo, no podemos corresponder mezquinamente. Así nos lo enseña el ya cercano Doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila: «No solamente la cruz, sino la misma figura que en ella tienes, Señor, nos llama dulcemente a amor.La cabeza tienes inclinada para oírnos y darnos besos de paz… los brazos tendidos, para abrazarnos; las manos agujereadas, para darnos tus bienes; el costado abierto, para recibirnos en tus entrañas, los pies clavados, para esperarnos y nunca te poder apartar de nosotros. Si se mira con atención, la cruz, los clavos, las heridas, y toda su figura es una invitación a amarle. Pero, sobre todo, es el amor interior el que me da voces que te ame y que nunca te olvide de mi corazón» (Tratado del Amor de Dios nº 11). Quien ha probado las delicias del Amor Divino en Cristo Jesús ya no puede imaginar una vida si no es junto a Aquel que con amor tan tierno y gratuito se le ha entregado. Este amor es el que estimula la fidelidad del sacerdote a lo largo de su vida para gastarse y desgastarse con pasión por la causa del Evangelio, y esta fidelidad es la que conduce la vocación hasta la santidad. Contando, pues, con la llamada y la entrega del mismo Cristo, el sacerdote no puede menos que darse por entero.

El amor a Jesucristo, motor de todo apostolado y fuente de vocaciones.

Estar hondamente enamorado de Jesucristo es el motor de todo apostolado y la fuente fecunda de vocaciones al servicio del Evangelio. Es en el coloquio íntimo con Jesucristo, en la oración asidua y en la recepción de los sacramentos, donde cada cristiano crece en amistad con Él, donde la persona descubre cuál es la voluntad de Dios, y donde el mismo Señor va robusteciendo el vigor apostólico de los sacerdotes actuales y futuros. En la familiaridad con la Palabra de Dios el cristiano fortalece su amistad con Jesucristo, crece espiritualmente gracias a la luz de la Verdad, y orienta su vida para corresponder a la Gracia divina. Un corazón que ama a Jesucristo es un alma apasionada por el Evangelio. El corazón que es movido por el Evangelio es un corazón repleto de esperanza porque conoce el amor y la misericordia divina. Vivir el Evangelio es hacerse a sí mismo evangelio vivo, testimonio elocuente y confesante de la buena noticia de Jesucristo. En el corazón del llamado y abrasado por el amor de Cristo se encuentra el origen y la raíz de toda vocación sacerdotal. Y para testimoniar el Evangelio de Jesucristo el apóstol deja familia y hacienda, seguridades y comodidades humanas, para hacer de su vida una existencia centrada en Dios y en el bien de los hombres. De esta manera, con la renuncia a lo que el mundo considera ganancia, en realidad el apóstol alcanza la verdadera dicha evangélica: el ciento por uno con la medida de la generosidad del Corazón de Dios.

Nuestro mundo necesita a Jesucristo; hacen falta apóstoles.

El mundo de hoy, dolorido e inseguro en la coyuntura difícil que estamos viviendo, necesita palabras verdaderas que iluminen su caminar. Ante la incertidumbre del futuro, la Iglesia alza su humilde voz para asegurar que sólo Jesucristo, Palabra de vida eterna, puede satisfacer plenamente las ansias de felicidad del corazón humano, y dar respuesta a los interrogantes últimos de la persona. En el Evangelio, los hombres y mujeres de hoy encontrarán aliento, consuelo y esperanza, pues la Palabra del Señor es brújula segura para la existencia y luz que ilumina la vida de los hombres. La pasión por el Evangelio genera esperanza para el presente y para el futuro porque es Dios quien pronuncia su Palabra. Sí, necesitamos del Evangelio para vivir plenamente. Por ello, hacen falta apóstoles audaces y valientes de Cristo para que el Evangelio resuene en el mundo y sea a cogido en el corazón de los hombres. Es el amor de Cristo el que nos apremia a entregar la vida por Él y por la causa del Evangelio.

El trabajo apostólico no admite titubeos ni demoras. El Evangelio no entiende de tibiezas, ni mediocridades en la entrega. El momento actual de la Iglesia, abierta al reto de la Nueva Evangelización, pide un compromiso integro del conjunto del pueblo cristiano, y singularmente de sus pastores. Como dice Benedicto XVI, “no hay prioridad más grande que ésta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante (Cf. Jn. 10, 10)” (Verbum Domini 2). Hacen falta, pues, apóstoles, jóvenes generosos y valientes, crecidos en la intimidad con la Palabra de Dios y en el trato de amistad con Jesús Eucaristía, que vengan a ser testigos creíbles del Evangelio, verdaderos hombres de Dios en medio de nuestro pueblo, capaces de mostrar con vigor y audacia a Jesucristo como fuente de sentido y esperanza para el mundo. Necesitamos jóvenes entregados totalmente a Jesucristo y a su obra de salvación, que afirmen con el testimonio de sus vidas consagradas que entre las sombras del mundo emerge la esperanza que nace del Evangelio, que es capaz de trasformar la vida dándole sentido y belleza. Trabajar para que sean cada vez más los hombres y mujeres que puedan experimentar la alegría y la esperanza que brotan del encuentro con el Señor, es la vida propia de la Iglesia, su principal tarea y casi la única misión que ha recibido de su Señor.


viernes, 16 de marzo de 2012

TE PROMETO UNA VIDA APASIONANTE


"Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del Evangelio al mundo" Benedicto XVI

miércoles, 14 de marzo de 2012

SALIR A POR AMOR

Cuando te atrevas a salir de casa por amor, y a volver a ella dispuesto a amar, abrirás los ojos a la profundidad del corazón del hombre, que ni desea otras cosas, ni siente que le falte nada cuando tiene esto. Entonces te darás cuenta de la mendicidad con la que caminamos, en busca de algo y sin saber bien qué es, y reconocerás que puedes dar gratis aquello que otros anhelan sin medida. Y te enriquecerás. Y todo cambiará a tu alrededor. Y lo difícil será fácil. Y las discusiones serán diálogos. Y las peleas dejarán paso a los saludos. Y las dudas marcharán detrás de la confianza sin poder alcanzarla ni adelantarle el puesto. Y lo negro se inundará de color chillón y llamativo, signo indicativo de la Vida mayúscula. Y nadie sentirá que le falta lo que tiene, ni saciará su sed torpemente en los arroyos. La preocupación no será entonces el tiempo, sino cómo se vive el tiempo. Y dejaremos de pensar en posibilidades múlitples para múltiples satisfacciones, porque la austeridad dejará de ser el recurso de los pobres para ser la maravilla de los felices que no pretenden cosas teniendo aquello de lo que hablar con alegría, hermosura y pasión.

lunes, 12 de marzo de 2012

CUARESMA, ES LA HORA DE...



LA HORA DE LA CONVERSIÓN. Es una llamada a redescubrir nuestro origen. A poner en hora nuestra vida cristiana. No es tanto un esfuerzo personal cuanto, de nuevo, ir al encuentro de Aquel que nos ama.
LA HORA DE LA VERDAD. No caminamos hacia la nada. El tiempo de cuaresma nos pone en órbita hacia la Pascua. Nuestro final definitivo no es la gran mentira en la que viven sumidos muchos hombres. Nosotros, porque Cristo nos lo aseguró con su propia existencia, sabemos que hay una gran Verdad: la vida de Jesús y sus promesas.

LA HORA DE LA CARIDAD. Sin obras, nuestra fe, queda coja. Pero, nuestras obras sin referencia a Dios, pronto se agotan. Pueden derivar incluso en el puro humanismo. La hora de la caridad cuaresmal nos centra en Aquel donde nace el paradigma del amor: Cristo.

LA HORA DEL SILENCIO. El silencio es un bien escaso. No se encuentra en cualquier lugar ni se compra en cualquier establecimiento. Una campana, una iglesia abierta….pueden ser una llamada a poner en orden lo que tal vez llevamos atrasado: la visita con el Señor. La oración.

LA HORA DE LA PALABRA. ¿Cómo podemos encontrar el camino si no dejamos que el Señor nos lo indique? El reloj cuaresmal nos hace llegar con prontitud a la escucha de la Palabra. Es un tiempo de audición de lo santo, de captar aquello que es esencial para nuestra fe.

LA HORA DEL AYUNO. Acostumbrados a mirar al reloj para la hora de la comida, la cuaresma, lo paraliza. Nos hace comprender que, la ansiedad, no es buena consejera para tener hambre de Cristo. Es un buen momento para ayunar de excesos, malos modos, blasfemias, odios, ingratitud, preocupaciones, críticas…..

LA HORA DE LA PENITENCIA. Nos gusta el llano y antes que una simple carretera preferimos la autopista. La cuaresma nos recuerda que el sacrificio nos mantiene vigorosos, lo mismo que el entrenamiento hace grande y fuerte a un futbolista. Rectificar es de sabios y moderar ciertos comportamientos nuestros nos pueden encaminar a identificarnos más con Cristo.

LA HORA DE LA CONFESIÓN. Hasta la mejor prenda necesita, de vez en cuando, ser llevada a una buena lavandería. Nuestras almas, en las que se encuentra impreso el sello de Hijos de Dios, tienen derecho a ser puestas a punto. La hora de la confesión nos facilita un nuevo rostro: la alegría de sentirnos reconciliados con Dios y con nosotros mismos.

LA HORA DEL HERMANO. El encuentro con Jesús empuja al abrazo con el hermano. No podemos observar el reloj cristiano y, a continuación, olvidarnos de las horas amargas en las que viven los que nos rodean. Poner a punto nuestra vida cristiana nos exige ayudar a aquellas personas que quedaron rezagadas en la felicidad, en el bienestar o en el amor.

LA HORA DEL CORAZÓN. Las prisas y los agobios, el estrés o el ritmo de vida que llevamos…presionan en exceso la serenidad de nuestro corazón. El reloj cuaresmal procura que, el corazón, vaya despacio, medite, reflexione, ame y se oxigene a la sombra del Corazón de Cristo.

LA HORA DE LA MISA. Frecuentemente señalamos el reloj y preguntamos ¿y si tomamos un café? El reloj cuaresmal nos interpela ¿y por qué no una eucaristía diaria? Nunca, en tan poco tiempo, se nos ofrece tanto: acogida, perdón, calor, palabra, fuerza, silencio, amor, paz interior y poder saborear lo que sólo Jesús nos puede dar: su Cuerpo y su Sangre.

ES TIEMPO DE CAMBIAR

UNA CASA NUEVA- 3er. DOMINGO DE CUERESMA

jueves, 8 de marzo de 2012

jueves, 1 de marzo de 2012

NECESITO DE TU MISERICORDIA

En esta Cuaresma, necesito, Señor, de tu MISERICORDIA.
Quiero sentir mi debilidad,
mi pobreza, mi miseria,
para que puedas derramarla a borbotones.
Te necesito y necesito sentir en mí
tu MISERICORDIA infinita,
sólo así podré llevarla a mis hermanos,
sólo así, podré ser tu profeta.